Hoy he llegado a casa temprano y no había nadie aún.
"Qué bien", me he dicho.
He dejado el bolso encima de la silla de la cocina y me he quitado los zapatos,
el sujetador y el pelo de la cara.
"Ahora sí", me he sonreído.
Me he tirado al sofá como quien lleva cincuenta años buscándose.
"Puf, el lunes que viene voy a hacerme la analítica de una maldita vez;
este cansancio ya es insoportable", también me he mentido.
He encendido la televisión y he dejado el canal en el que estaba,
sólo quería ruido de fondo para poder escucharme a mí.
Me he dejado llevar por un recuerdo que vagabundeaba tímido
y al final he acabado dormida y sin sueños.
Cuando he despertado eran las dos de la mañana.
Seguía sola.
"Qué raro", he susurrado mientras me levantaba y me recogía el pelo.
He cogido el teléfono y marcado el número.
"Piii piii piii", he recordado lo mucho que odio que las llamadas comuniquen.
"¿Dónde cojones me habré metido a estas horas?", me he gritado.
"Bah. Ya me llamo mañana si eso".
A veces nos perdemos (yo creo que subconsciente-voluntariamente) y andamos un poco zombies, como olvidando la identidad. Tal vez es una especie de cura o un sistema de autodefensa.
ResponderEliminar¿Al final conseguiste hablar contigo? :)
no te dejes para mañana, búscate hoy.
ResponderEliminarHoy es siempre todavía. :_)
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